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Carrera médica en busca del crecepelo

No es mortal, dolorosa ni, en general, incapacitante. Incluso hay quien ha hecho de ella un sello. Aún así, en los esfuerzos para combatir la calvicie se invierten cantidades ingentes de dinero. Se estima que solo se tratan entre el 2% y el 7% de los 87 millones de estadounidenses con alopecia, y basta ese pequeño porcentaje para mover más 7.400 millones de euros al año. Y eso que no existe una solución realmente efectiva.


ELPAIS.COM MÓNICA G. SALOMONE - Madrid - 25/09/2011 ¿Cuánto estaría dispuesto a pagar un calvo en ciernes por recuperar su cabellera? ¿Cuánto supondrá el mercado femenino, casi ignorado por las farmacéuticas? Sueñan con ello un novedoso grupo de compañías estadounidenses, alentadas por la ciencia de vanguardia. Varios compuestos en las primeras fases de ensayo clínico aspiran a generar pelo nuevo y fuerte.

La investigación en células madre ha entrado de lleno en la regeneración capilar. Los investigadores han descubierto que en el desarrollo y el funcionamiento del folículo capilar intervienen miles de genes, y empiezan a entender el denso entramado de señales que los dirigen. Quieren tomar el control de esta conversación química recurriendo a la biotecnología más avanzada.

"Las nuevas estrategias están basadas en una comprensión mucho más fundamental de cómo crece el pelo", explica por correo electrónico Cheng-Ming Chuong, de la Universidad de California del Sur. "En unos cinco años las posibilidades de tratamiento contra la caída del cabello serán bastante distintas de las de hoy".

Ningún compuesto en el mercado logra el regreso del pelo perdido. El finasteride, comercializado desde hace una década por Merck como Propecia, actúa sobre la testosterona -impide su conversión en otra hormona, la DHT, que debilita el folículo capilar-. Cuesta unos 50 euros al mes y se vende con receta (no lo cubre la sanidad pública). No es para mujeres y las embarazadas no deben siquiera tocar el principio activo por su toxicidad. Entre sus efectos secundarios está la impotencia, que según Merck desaparece al dejar la medicación. Pero un estudio publicado en The Journal of Sexual Medicine concluye que en algunos hombres la impotencia persiste. El finasteride solo frena la caída.

Otro compuesto, el minoxidil, en el mercado desde hace dos décadas, de uso tópico, puede hace crecer un pelo muy fino, más bien vello. No está claro cómo funciona aunque se sabe que es un vasodilatador que mejora el riego sanguíneo en el cuero cabelludo.

Durante años no hubo novedades en este gran nicho farmacológico, hasta que en 2004 Elaine Fuchs, directora del Laboratorio de Biología Celular de Mamíferos en la Universidad Rockefeller de Nueva York, descubrió cómo aislar células madre de la piel de ratones y observó que estas células conservaban la capacidad de diferenciarse en piel y folículos.

Ese resultado "marcó el despegue de un área de investigación ahora muy activa", explica Donatello Castellana, investigador del Grupo de Biología Celular Epitelial del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO). Los folículos capilares son hoy fuente de células madre no solo para la investigación contra la calvicie sino para entender "cómo las células madre se comunican con el entorno", dice Castellana.

El folículo capilar se ve ahora como una estructura admirablemente sofisticada. Su actividad sigue a lo largo de la vida un ciclo de crecimiento, regresión y descanso, lo que implica un nivel añadido de complejidad que maravilla a los científicos. El folículo se forma en el embrión, y se creía que en un adulto las vías para generar folículos estaban cerradas.

En 2007, un hallazgo casual demostró que no es así. George Cotsarellis, dermatólogo en la Universidad de Pensilvania, investigaba qué ocurría con las células madre del folículo tras una herida; causó lesiones profundas en la espalda de ratones y, para su sorpresa, en unas semanas la zona se pobló de pelo. Los investigadores descubrieron así que el proceso de curación de heridas profundas incluye la generación de nueva piel y pelo. "Las vías siguen ahí, pero hay que activarlas", explica Cotsarelis en Nature Biotechnology.

El resultado tuvo una gran repercusión. Cheng-Ming Chuong se lanzó, como otros, a investigar los genes y mecanismos implicados. El pasado abril su grupo publicó enScience un modelo que explica el papel de las células madre en la regulación del ciclo de actividad del folículo. Cotsarelis tampoco ha parado. Hace meses presentó su hallazgo de que los folículos en las zonas calvas del cuero cabelludo tienen tantas células madre como los de áreas con pelo, lo que le hace pensar que el problema está en la activación de estas células madre.

Hace semanas, el grupo de Valerie Horsley, de la Universidad de Yale, halló otra pieza del rompecabezas: aparentemente, son las células madre presentes en el tejido adiposo del cuero cabelludo las que envían las señales que activan las células madre dormidas del folículo. "Si logramos que estas células en el tejido graso hablen con las de los folículos podríamos lograr que el pelo crezca de nuevo", afirma Horsley, que publicó su trabajo enCell. La carrera por el crecepelo está lanzada.

Ver más en:
http://www.elpais.com/articulo/sociedad/Carrera/medica/busca/crecepelo/elpepisoc/20110925elpepisoc_7/Tes

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