Con motivo del Ciclo de Conferencias sobre Alimentación y Salud de la Real Academia de Medicina, se han sometido a debate los alimentos funcionales y los probióticos.
Rebeca Bravo - Viernes, 20 de Mayo de 2011 - Actualizado a las 16:19h. Con una frase de Hipócrates, "Que tus alimentos sean tu medicina y los medicamentos tu alimento, Abel Mariné Font, catedrático de Nutrición y Bromatología de la Universidad de Barcelona, define la esencia de los alimentos funcionales. El concepto surge en el contexto de la Nutrición Óptima con el objeto de modificar aspectos genéticos y fisiológicos, prevenir y tratar enfermedades más allá de la satisfacción de las necesidades nutritivas. Pero el alimento en sí mismo tiene su origen en Japón en la década de los 80.
El alimento considerado funcional cumple una función nutritiva, de mantenimiento de la salud y de reducción de riesgos. Y son rasgos relevantes: que responda a las características de un nutriente, que se incluya en una dieta diaria y que ejerza una función específica que regule los procesos corporales como la defensa, el envejecimiento o la enfermedad.
Deben tener un ingrediente bien centralizado y sobre el que se dispone de resultados científicos que demuestren su beneficio.
Existe una larga lista de componentes que aportan al organismo efectos saludables, pero los más extendidos son las leches fermentadas o margarinas con fitosteroles, que ayudan a dismunuir la absorción de colesterol; los ácidos grasos omega 3, que tienen efectos cardiovasculares positivos, la fibra y el antioxidante.
Se ha demostrado que el chocolate es alimento funcional por prevenir enfermedades cardiovasculares (ECV) o que los nitratos y nitritos tienen efecto vasodilatador. Y en este último año se ha revelado la eficacia del yogur contra la hipertensión, se ha propuesto la leche de cabra y de burra como alimento funcional, se han descrito nuevos beneficios cardiovasculares del hicopeno y se ha comprobado que la biodisponibilidad de los ácidos grasos omega 3 varía dependiendo de la forma en que se administre.
Son muy numerosos los efectos positivos de los ácidos grasos poliinsaturados n-3 (AGDI) en la salud cardiovascular, ya que el consumo de pescado o aceite de pescado reduce el riesgo de sufrir un episodio coronario secundario y reduce un 30 por ciento la mortalidad por ECV.
En general, sus campos de acción son el gastrointestinal, cardiovascular e inmunológico.
A pesar de tantos efectos beneficiosos, una ingesta excesiva puede producir efectos adversos, y como declara Mariné, "una dieta sana es fundamental. Todo empieza con una buena alimentación, para seguir por los alimentos funcionales y en último lugar acabar por los medicamentos".
Dentro de los alimentos funcionales, los probióticos tienen una posición relevante. Incorporamos estos microorganismos vivos a nuestro organismo mediante el consumo de leche fermentada, aunque se han desarrollado fórmulas farmacéuticas en forma de cápsulas que contienen probióticos fiofilizados.
Sus funciones se dirigen a reducir la intolerancia a la lactosa, a la modulación de la respuesta inmunitaria, a la reducción del colesterol y a la prevención y tratamiento de trastornos gastrointestinales. Sus efectos beneficiosos no se pueden atribuir de forma generalizada a una especie, sino que dependen de la cepa, y por eso es necesaria una clara identificación que se relacione con un determinado efecto.
Cualquier edad es buena para consumirlos, pero su ingesta se hace más necesaria para las personas con edades avanzadas porque éstas sufren más diarreas.
Los probióticos son fundamentales para la prevención y el tratamiento terapéutico de trastornos intestinales e infecciones urogenitales recurrentes. Por otra parte, ayudan a manejar la osteoporosis en personas con intolerancia a la lactosa.
Su consumo baja el Ph y limita el desarrollo de Escherichia Coli y de las salmonelas, neutralizan los productos tóxicos y reprimen el crecimiento de las bacterias patógenas. A sus funciones tradicionales hay que añadir la gestión de diarreas en niños y en mayores que toman antibióticos, y el control de las alergias en niños.
Los probióticos también tienen algo que aportar al estrés. Este factor influye en la microbiota digestiva provocando más movimientos peristálticos y de las secreciones de HCL, de forma que su consumo regula el tránsito intestinal y protege a los estresados de padecer patologías.
Ahora, los nuevos avances se dirigen a la enfermedad inflamatoria intestinal (EII), al cáncer de colon, a la diabetes de tipo 2 y a la obesidad, campos en los que es necesario investigar más, según José Antonio Mateos Guardia, director Health & Food Law Affairs Danone SA.
http://www.diariomedico.com/2011/05/20/area-profesional/gestion/funcionales-y-probioticos-mucho-mas-que-alimentos
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