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Es una patología que afecta a quienes están poco motivados en el trabajo o a los que hacen tareas mecánicas
Raquel Saralegui Para LA NACION
Se aburren, día tras día, por tareas que les exigen poco de su capacidad y su tiempo. Paradójicamente, aparentan estar muy ocupados para no asumir más trabajo y así refuerzan el aburrimiento. A simple vista parece pereza, pero se tata del síndrome de Boreout, un nuevo nombre para un viejo mal laboral que se extiende por las oficinas, con perjuicio para la organización y el trabajador.
"El carácter perverso del Boreout conduce a que el afectado también lleve su insatisfacción a casa. Entonces se observan signos de una auténtica depresión", advierten Philippe Rothlin y Peter R. Werder en su libro El nuevo síndrome laboral, Boreout. "El aburrimiento va unido a un sentimiento de tiempo vacío que se alarga, carente de contenido", dicen los autores. Y si bien la desmotivación prolongada puede confundirse con pereza, ésta es una consecuencia o un síntoma más junto al cansancio, la irritabilidad, el tedio y el ensimismamiento. Todos enraizados en una insatisfacción profunda y duradera, a veces aceptada por temor al estrés excesivo o al cambio.
Sin datos en nuestro país, una encuesta en 2005 de Salary.com y AOL a más de 100.000 trabajadores de Estados Unidos señala que el 33% dijo "no estar lo bastante ocupado en su trabajo, que se sentía poco exigido". En otra encuesta de la consultora TMI a otros 100.000 trabajadores, el 80% expresó que "no se sentía involucrado en su trabajo, estaba desmotivado para aprender, mejorar y asumir responsabilidades, e indiferente frente a los éxitos y fracasos de su organización", según una nota reciente del diario español El País.
"En general, hoy se vive con un ritmo que no da tiempo para aburrirse. El aburrimiento suele ocurrir cuando se hace una tarea repetitiva durante muchísimo tiempo", puntualiza Norberto Icasatti, gerente general de la consultora Bruno Matarazzo y asociados. Es que existen trabajos que el Boreout pasa por alto --difícil imaginar a un neurocirujano aburrido-, pero donde más se propaga es en las tareas rutinarias y mecánicas de la industria; la burocracia de la administración pública, y en la monotonía del escritorio, desde donde se miran pasar lenta, muy lentamente, las agujas del reloj.
Con pobres exigencias, reconocimiento y tiempo extra, que además gana mediante estrategias para distraerse en asuntos personales, Internet mediante, la persona pierde el interés, el sentido y la identificación con su trabajo y la empresa hasta caer en un círculo vicioso. Al sentirse insatisfecho, porque se sabe capacitado para rendir más, se distancia emocionalmente de sus tareas y ya no tiene iniciativas ni ganas de esforzarse, entonces simula estar ocupadísimo para no asumir más trabajo o un nuevo reto.
"Hay que distinguir entre quien está sobrecapacitado para la tarea que tiene y la acepta por necesidad económica y aquel que pudiendo remediar la situación se queja, pero no hace nada para cambiarla", dice Eduardo Press, titular de la consultora homónima y director de la Escuela Argentina de Psicología Organizacional.
Es que, y más allá de los ratos diarios o los breves períodos de hastío que suelen darse a lo largo de la vida laboral, existen personalidades más propicias para caer en el aburrimiento crónico. "Parecería que a la persona le falta seguridad para esforzarse con objeto de superarlo o para encontrar algo diferente. Cuando uno está bien preparado e hizo cosas de cierta responsabilidad y entra en una etapa de aburrimiento tiene que hacer algo por sí mismo. A mediano plazo eso se traslada a la vida cotidiana y a su familia, porque llega desganado, de mal humor, quejándose constantemente", expresa Gloria Cassano, directora de la consultora que lleva su nombre.
¿Qué se puede hacer? Apostar a la vocación genuina, al cambio de trabajo o a animarse y hablar de la insatisfacción con el jefe, dicen Rothlin y Werder.
Por necesidad económica o porque el trabajo se asume como una obligación que no debe ser estimulante, las causas del boreout pueden ser varias. Dos principales: "Mucha gente tiene un nivel de preparación importante, pero se equivocó de vocación, en general por mandatos familiares, y rinde menos porque no está motivada. También pasa por estar en el lugar de trabajo equivocado, donde faltan oportunidades para ascender o donde la burocracia no permite hacer otras tareas, asumir mayores responsabilidades", destaca Press.
Y desde la organización proponen un sueldo cualitativo que brinde, además de dinero, sentido y reconocimiento al trabajo. "Se puede hacer rotar las tareas, generar proyectos para despertar entusiasmo: la función del jefe es cuidar al colaborador, evitar que entre en ese estado de aburrimiento", subraya Icasatti. En la misma sintonía, Press destaca: "Hay que darle a la gente tareas acordes a sus capacidades y, principalmente, hacerle sentir que su trabajo vale la pena. Y no prometer beneficios que no se van a otorgar porque eso es un enorme factor de desmotivación".
Una sugerencia concreta para quienes se sientan mortalmente aburridos en su trabajo: "La ayuda de un psicólogo, un amigo, la esposa o el hermano es muy importante -enfatiza Cassano- porque si se encierran y no comunican lo que les pasa sufren un desgaste muy grande. Y reflexionar para ver cómo modificar la situación. Hablar con el jefe, con alguien de RR.HH., expresar que saben y quieren hacer más de lo que hacen. Si no tienen resultados, sin renunciar, empezar a buscar otro trabajo, y si la búsqueda se dilata, seguir hablando y no quedarse encerrados porque así se hacen daño a sí mismos y al entorno".
http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1326923
Rothlin y Werder
El nuevo sIndrome laboral, Boreout
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